Si os preguntáramos, ¿a partir de qué edad es aconsejable que los niños lleven un teléfono móvil?, ¿qué nos responderíais?  El  uso del teléfono móvil se ha convertido en una de las preocupaciones más actuales de los padres debido al creciente desarrollo de las nuevas tecnologías. Ya no es extraño encontrar en la habitación de los niños televisiones, teléfonos móviles, tablets, dvd, consolas de videojuegos y ordenadores. Son la generación de las nuevas tecnologías.

Hoy en día es muy común ver a familias comiendo, paseando, haciendo sus actividades diarias, y siempre con un denominador común:  alguno o varios de los miembros más pequeños de la familia con la mirada fija en la pantalla de sus teléfonos. Esta escena era impensable hace años, pero ahora es de lo más normal.

El problema es que el teléfono móvil se ha convertido en una excusa para que los niños no protesten o no molesten mientras los padres están haciendo otras cosas. En lugar de dar a los niños juguetes o libros, ahora muchos padres se conforman con con dejarles el móvil un rato para que «no molesten».

Según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en octubre, a los 10 años sólo un 25% de los niños usa el teléfono móvil, aunque a los 11 años pasan a tenerlo un 45,2%; a los 12, un 75%; a los 13, un 83,2 %; a los 14, un 92,8 %, y a los 15, un 94 %, de forma que desde los 14 años nueve de cada diez niños disponen de móvil.

El psicólogo Ronald Ling ya escribió en el 2004 que el móvil se estaba convirtiendo en el nuevo objeto de «ritual de paso» a la adolescencia. Para los que ya tienen una edad, es algo similar al reloj o la pluma que se regalaba en la comunión o al mítico walkman.

Quizás no somos conscientes de que tener un móvil comporta una serie de consecuencias, y una de las más directas suele ser el descenso del rendimiento escolar. Incluso a los adultos nos resulta muy fácil perder la noción del tiempo frente a una pantalla. Otro de los principales problemas del uso de los smartphones es que afectan a la capacidad de concentración y a la manera de aprender.

El uso de las tecnologías propicia el sedentario, un problema que está aumentando entre los niños. La obesidad lleva a problemas de salud como la diabetes, problemas vasculares y cardíacos. El uso del móvil provoca alteraciones en el sueño infantil. Esto se debe a que cuando los niños se van a adormir a sus habitaciones, los padres no son conscientes de que pueden estar enganchados al móvil, lo que provoca dificultades para conciliar el sueño, y en consecuencia, afectará negativamente a su rendimiento académico.

Aunque sabemos que las nuevas tecnologías son parte de nuestras vidas, es importante no dejar de lado los juegos, los libros, disfrutar del aire libre y del contacto con los amigos y la familia.